“La libertad es algo más complicado que los «derechos», la libertad es una forma de disciplina.
Hay una anécdota que siempre me ha gustado: te llevo, te tiro en medio del desierto y digo ‘vete, eres libre’.
No eres libre, aunque parezcas. Para ser libre debes conocer los oasis más cercanos, saber a dónde ir, saber orientarte.
Hoy el hombre está desorientado. Pero esta desorientación la llama «libertad».
Por el contrario, tienes que ser consciente de cómo es este mundo, trazar un camino que es tu verdadera y disciplinada libertad. “
Esta reflexión de G.L.Ferretti expresa perfectamente algo que muchas veces explicamos cuando hablamos de la libertad de los perros.
Experimentar la libertad tendría que ser algo indispensable, pero no hay libertad sin herramientas de gestión emocional y conciencia de nosotros mismo.
Un perro puede ser realmente libre si permitimos que se pueda desarrollar como individuo, si lo acompañamos en desarrollar herramientas personales que le permitan de estar cómodo en las diferentes situaciones en las que pueda encontrarse.
Si no hemos permitido todo esto y pensamos de proporcionarle libertad por no usar una correa, cabe la posibilidad que lo que estamos haciendo es exponer nuestro perro a experiencias incomodas.
Proporcionar libertad requiere un acompañamiento previo, una exposición gradual proporcionada a la edad y a las características únicas de la personalidad del individuo.
Si no entendemos claramente este aspecto nos exponemos al riesgo de confundir un abandono, físico y psicológico, con la libertad.